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Viernes, 26 de septiembre de 2014 
Diario El Mercurio
Columna de opinión Canciller Muñoz: Eliminación total de las armas nucleares
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Hace un año, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó este día, el 26 de septiembre, como el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares. La efeméride busca crear conciencia a nivel global sobre la amenaza que dichas armas todavía representan para la humanidad y el imperativo de su absoluta eliminación.
La resolución, aprobada por más de dos tercios de los miembros de Naciones Unidas, reafirmó —por iniciativa del mundo en desarrollo, pero con respaldo de todas las regiones— la necesidad de movilizar a la comunidad internacional para liberar al mundo de la amenaza atómica.

La visión de un mundo libre de armas nucleares no es un sueño idealista: a pesar de los avances logrados tras el fin de la Guerra Fría, en particular el Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, la amenaza atómica sigue presente.

Se estima que aún existen 17 mil armas nucleares en el globo, de las cuales unas mil ochocientas siguen en estado de alerta máxima, listas para ser lanzadas entre cinco y quince minutos desde la orden fatídica.

Son cifras alarmantes que justifican todos los esfuerzos e iniciativas multilaterales para erradicar y prohibir para siempre estas armas apocalípticas. El primer paso es deslegitimarlas, como también a las doctrinas que han pretendido justificar su existencia por casi setenta años. En momentos en que se alzan voces advirtiendo una reedición de la Guerra Fría —y con ella la disuasión nuclear y la noción de la destrucción mutua asegurada, o MAD en inglés—, urge que la abrumadora mayoría de los Estados que no somos poseedores de armas nucleares cerremos filas para prevenir no solo esta insensatez, sino también el desvío de miles de millones de dólares que deberían emplearse en el desarrollo económico y social de la humanidad.

La llamada Aproximación Humanitaria al Desarme Nuclear —en la que Chile está firmemente comprometido— busca instalar en la opinión mundial no solo las horrorosas consecuencias humanitarias del uso de armas atómicas, sino la radical incompatibilidad entre estas y los principios básicos del Derecho Internacional Humanitario, en particular los principios de distinción entre combatientes y no combatientes y de proporcionalidad en los medios de defensa. También el impacto medioambiental de un arma que puede poner fin a la vida en este planeta.

A partir de un compromiso profundo e integral con toda la agenda multilateral de paz y seguridad, Chile ha sido y será activo en materia de Desarme y No-Proliferación nuclear. Con Alemania, Australia, Canadá Emiratos Árabes Unidos, Filipinas, Japón México, Nigeria, Países Bajos, Polonia y Turquía integramos un grupo de amigos del Tratado de No Proliferación (TNP), orientado a no permitir la emergencia de nuevos Estados nucleares, así como a trabajar por una eliminación progresiva de dichas armas. Integramos, además, una coalición con Nigeria, Nueva Zelandia, Suecia y Suiza que este año repondrá en la Asamblea General una resolución para reducir el estado de alerta de las armas nucleares, para prevenir un disparo accidental o resultante de una interferencia dolosa de sus sistemas de guía.

Hasta abril próximo Chile preside la Conferencia de las Zonas Libres de Armas Nucleares, foro en el que representamos el liderazgo colectivo de América Latina y el Caribe, la primera región del mundo que —mediante el Tratado de Tlatelolco— proscribió las bombas atómicas en nuestros territorios.

Por último, somos socios de la Cumbre de Seguridad Nuclear, esfuerzo colectivo que articula la cooperación entre países claves para prevenir el terrorismo nuclear.

Esta política exterior fluye tanto de principios como de una percepción fría de los riesgos enormes que la humanidad ha vivido por décadas y que hoy resultan intolerables. En este día la compartimos con nuestra ciudadanía, seguros de que —en el contexto de una Política de Estado— nuestros esfuerzos responden a los anhelos de paz y seguridad global de todas las chilenas y los chilenos.

 

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